viernes, 5 de septiembre de 2014

Des-Ocultando lo que hay debajo de "Culpar" a otro/s

Al culpar a otro/s nos volvemos víctimas inocentes, 
y así, conseguimos la simpatía de muchos; 
pero perdemos libertad, auto estima, y el poder de transformar.
Culpar nos debilita y nos mantiene limitados y pequeños.


Texto del libro "El Camino de la Entrega", de DAVID R HAWKINS, página 45 a 47.

Culpar
Uno de los mayores bloqueos a superar para salir de la depresión y la apatía es el de culpar.
El culpar es todo un tema en sí mismo. Observarlo es gratificante. Para empezar, hay una gran recompensa al culpar. Conseguimos ser inocentes; podemos disfrutar de la auto compasión; conseguimos ser mártires y víctimas, y conseguimos ser los destinatarios de las simpatía.

Tal vez la mayor recompensa al culpar es que conseguimos ser la víctima inocente y la otra parte el malo. Vemos este juego en los medios de comunicación constantemente, en interminables representaciones dramatizadas de culpabilidad en una multitud de controversias, insultos, persecución a personajes, y demandas.

Además de la recompensa emocional, el culpar tiene considerables beneficios económicos, por tanto, es un plan tentador el de ser la víctima inocente, ya que a menudo es recompensado económicamente.
Hubo un famoso ejemplo de esto en la ciudad de Nueva York hace muchos años. Tuvo lugar un accidente en el transporte público. Las personas salieron por la puerta delantera del vehículo, y luego se reunieron en un pequeño grupo, recopilando sus nombres y direcciones para el futuro beneficio económico. Los
espectadores rápidamente entendieron la situación y secretamente se subieron a la parte trasera del vehículo, de manera que podrían salir por la parte delantera como heridos, "víctimas inocentes". No habían estado en el accidente, ¡pero iban a recoger el premio!

Culpar es la mayor excusa del mundo. Nos permite seguir siendo limitados y pequeños sin sentirnos culpables. Pero tiene un coste -la pérdida de nuestra libertad. 
Además, el papel de víctima trae consigo una auto-percepción de debilidad, vulnerabilidad, e indefensión, que son los componentes principales de la apatía y la depresión.

El primer paso para dejar de culpar es ver que estamos eligiendo culpar.

Otras personas han tenido similares circunstancias y han perdonado, olvidado, y manejado la misma situación de una manera totalmente diferente. Hemos visto anteriormente el caso de Viktor Frankl, que eligió perdonar a los guardias de la prisión Nazi y vio un don oculto en su experiencia en los campos de concentración.
Debido a que otros, como Frankl, eligieron no culpar, esa opción también está abierta para nosotros.

Hemos de ser honestos y darnos cuenta de que estamos culpando porque elegimos culpar. Esta es la verdad, no importa cuán justificada puedan parecer las circunstancias.
No es una cuestión de buenos o malos; es simplemente una cuestión de tomar la responsabilidad de nuestra propia conciencia.

Es una situación totalmente diferente ver que elegimos culpar en lugar de pensar que tenemos que culpar.
En esta circunstancia, la mente a menudo piensa: "Bueno, si las otras personas o acontecimientos no tienen la culpa, entonces debo ser yo".
Culpar a los demás o a nosotros mismos simplemente es innecesario.
La atracción por culpar surge en la primera infancia como un hecho cotidiano en el aula, el patio de recreo, y en casa de los hermanos. Culpar es el tema central en los interminables procesos judiciales y demandas que caracterizan a nuestra sociedad.

En verdad, culpar es sólo otro de los programas negativos que hemos permitido que nuestra mente adquiera porque nunca nos hemos parado a cuestionarlo.
¿Por qué debe algo ser siempre "fallo" de alguien? ¿Por qué debe ser introducido todo el concepto de "malo" en la situación en el primer lugar? ¿Por qué debe uno de nosotros estar equivocado, ser malo o culpable? Lo que parecía una buena idea en ese momento pudo no haber salido bien. Eso es todo. Los acontecimientos desafortunados pudieron solo haber sucedido.

Para superar el tener que culpar, es necesario ver la secreta satisfacción y placer que obtenemos de la auto compasión, el resentimiento, la ira, y las excusas que nos damos a nosotros mismos, y empezar a entregar todas estas pequeñas recompensas.
El propósito de este paso es pasar de ser una víctima de nuestros sentimientos a elegir tenerlos. 
Si nos limitamos a reconocerlos y observarlos, entonces comenzaremos a desarmarlos, y a entregar las partes que lo componen, entonces estamos conscientemente ejerciendo la elección.
De esta manera, hacemos un movimiento importante para salir de la ciénaga de la impotencia.

Es de ayuda para superar la resistencia y asumir la responsabilidad de nuestros programas y sentimientos negativos el ver que provienen de un pequeño aspecto de nosotros mismos.
Es la naturaleza de la parte más pequeña de nosotros mismos la que piensa negativamente, por lo que hay una inconsciente tendencia a estar de acuerdo fácilmente con su limitado punto de vista.
Pero esa no es la totalidad de nuestro ser; fuera y más allá del pequeño ser está nuestro mayor Ser.
Podemos no ser conscientes de nuestra grandeza interior. Podemos no estar experimentándola, pero está ahí. Si nos desprendemos de nuestra resistencia a ella, podremos empezar a experimentarla.

La depresión y la apatía, por tanto, resultan de la voluntad de aferrarse al pequeño ser y a su sistema de creencias, además de a la resistencia a la nuestro Ser Superior, que se compone de todos los opuestos de los sentimientos negativos.

La naturaleza del universo es que todo en él esté representado por su igual y su opuesto. Así, el electrón igual y opuesto es el positrón. Cada fuerza tiene una igual y opuesta contra-fuerza. El Yin es compensado por el Yang. Existe el miedo pero también el coraje. Existe el odio pero su opuesto es eI amor. Existe la timidez pero también la valentía. Existe la tacañería pero también la generosidad.
En la psique humana, cada sentimiento tiene su opuesto. La manera de salir de la negatividad es, por tanto, la voluntad de reconocer y dejar de lado los sentimientos negativos y, al mismo tiempo, la voluntad de dejar de resistirse a su opuesto positivo. La depresión y apatía son el resultado de estar en el efecto de la polaridad negativa.

¿Cómo se hace esto en la vida cotidiana? Veamos de nuevo el ejemplo del cumpleaños de alguien que se está acercando rápidamente. Debido a las cosas que han sucedido en el pasado, tenemos resentimientos y no nos sentimos dispuestos a hacer nada para el cumpleaños. De alguna manera, parece imposible siquiera salir y comprar un regalo de cumpleaños. Nos molesta tener que gastar dinero. La mente evoca todo tipo de justificaciones: "No tengo tiempo para ir de compras", "No puedo olvidar lo que significó que ella se fuera", "Ella debería pedirme disculpas a mí primero".

En este caso, dos cosas están operando: aferrarse a lo negativo y la pequeñez en nosotros mismos, y resistir lo positivo y la grandeza en nosotros mismos. La manera de salir de la apatía es ver, en primer lugar, que "no puedo" es un "no quiero".
Al analizar los "no quiero", vemos que están ahí debido a los sentimientos negativos y, a medida que surgen, pueden ser reconocidos y apartados.
También es evidente que nos estamos resistiendo a los sentimientos positivos.
Estos sentimientos de amor, generosidad, y perdón pueden ser observados uno por uno.

Podemos sentarnos e imaginar la cualidad de la generosidad y dejar de resistirnos a ella. ¿Hay algo generoso dentro de nosotros mismos? En este caso, podemos no estar dispuestos a aplicarlo a la persona del cumpleaños en un principio. Lo que podemos empezar a ver es la existencia de la cualidad generosidad
en nuestra conciencia. Empezamos a ver que, a medida que dejamos de resistir el sentimiento de generosidad, hay generosidad. Lo que hacemos, de hecho, es disfrutar dando a los demás en determinadas circunstancias. Empezamos a recordar la inundación positiva del sentimiento que nos sobreviene cuando expresamos gratitud y reconocemos los regalos que otros nos han dado. Vemos que realmente
hemos estado reprimiendo el deseo de perdonar y, a medida que hemos dejado la resistencia a ser indulgente, emerge la voluntad de dejar la queja. En tanto que hacemos esto, dejamos de identificarnos con nuestro pequeño ser y nos volvemos conscientemente conscientes de que hay algo en nosotros que es mayor. Está siempre ahí, pero oculto a la vista.

Este proceso es aplicable en todas las situaciones negativas. Nos permite cambiar el contexto en que percibimos nuestra situación actual. Nos permite darle un significado nuevo y diferente. Nos eleva por encima de ser la víctima impotente al seleccionador consciente. En el ejemplo dado, eso no quiere decir que tengamos que salir corriendo a comprar un regalo de cumpleaños. Sino que quiere decir que somos conscientes ahora de que estamos en nuestra posición actual de elección.
Tenemos libertad total, con una mayor libertad de acción y elección. Este es un estado muy superior de conciencia al de la víctima indefensa que está atrapada por un resentimiento pasado.

Una de las leyes de la conciencia es: Sólo estamos sujetos a un pensamiento negativo o creencia si conscientemente decimos que nos aplica. Somos libres de elegir no adquirir un sistema de creencias negativo.

Link relacionado:
http://despertarycrecer.blogspot.com.ar/2012/12/todo-tiene-su-polaridad.html

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http://nuestravidaemocional.blogspot.com.ar/p/curso-nuestra-vida-emocional.html

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